Nos cuiday nos protegecon sus alas de ángel.
Mi final es mi comienzo.
Los que viven en el Señor nunca se ven por última vez.
Sólo el tiempo se mueve siempre hacia el momento siguiente. Los recuerdos son parte del corazón para siempre.
Y enjugará toda lágrima de sus ojos y la muerte no existirá más.
Es más difícil encontrar un camino en el mundo que más allá de él.
La muerte no es el último sueño. Es el despertar definitivo.
Donde haya pena, allí el campo es santo.
No hay pena en la tierra que el cielo no pueda sanar.
Es mejor encender una vela que maldecir la oscuridad.
En la eternidad, todo apenas comienza.
En toda vida debe caer algo de lluvia.
¿Qué es la vida? Es el destello de una luciérnaga en la noche.
La vida es una pequeña sombra que anda por la hierba y se pierde en la puesta de sol.
Lo único que uno se lleva consigo al morir es lo que deja tras de sí.
¡Lo que importa no es la vida! Es el coraje con que se la vive.
Las almas de los justos están en las manos de Dios y no los tocará ningún tormento.
Hay un momento para todo y un tiempo para cada cosa bajo el sol.
Dios creó al hombre para la inmortalidad, y lo hizo imagen de su propia eternidad.
El camino es la recompensa.
Es el amor, no la razón, el que tiene poder sobre la muerte.
El amor consuela como los rayos del sol luego de la lluvia.
La vida es breve, pero el amor perdura.
Voy a un descanso mucho, mucho mejor de los que haya conocido.
Hay una palabra que nos libera de las cargas y los dolores de la vida: Esa palabra es amor.
Todo hombre es un cuento de hadas escrito por la mano de Dios.
Era un hombre, perfecto en todo y por todo; ya nunca veré su igual.
La muerte sólo es el comienzo de otra vida.
Una alegría compartida alegra el doble. Una pena compartida duele la mitad.
Que Dios te conserve en la palma de su mano.
Felices los afligidos, porque serán consolados.